El poeta se asemeja al príncipe de las nubes
Que frecuenta la tempestad y se ríe del arquero;
Exiliado sobre el suelo en medio de la grita,
Sus alas de gigante le impiden marchar.
(fragmento de un poema del maldito Charles Baudelaire, El albatros)
Puede parecer una simplería para los noveles de pluma y teclado (o no), pero bien recibiría la condición de arte el hecho de resumir un concepto, como hicieron los antiguos (no tan viejos) poetas latinos Marcial o el gayo Catulo. Endureciendo aún más las barbas de Cronos, los orígenes del epigrama se remontan, como de ordinario, a la nítida Grecia arcaica, por los oscuros lares del 776 al 500 a.C.
Reminiscencias de esas épocas de cuando a Safo le creció el pelo o de Arquíloco mientras levantaba su lanceta, las hay, se mantienen vivas en todas las épocas y se muestran reflejados los epigramas en algunas culturas con su propia versión, incluso alejadas de la marmórea cuna griega. Un ejemplo de esas versiones es el epigrama japonés, a bien conocido como Haiku. Pero no nos engañemos, no pretendo tampoco igualar una composición con otra, pues los haikús tienen por excelencia una estructura determinada, poética para más señas. -Cabe añadir que el poema haiku proviene de otro tipo de poesía, igualmente japonesa, el Haikai (compuesto a partir de tres versos blancos de 5-7-5 sílabas)-
El haiku consiste, en resumidas cuentas (tampoco soy ducho en este tipo de composición) y una vista por encima, en una poesía compuesta a su vez parecida al haikai (del cual nace), y cuya temática engloba en su totalidad la naturaleza y los quehaceres mundanos. Consta de tres versos con sus diecisiete moras (según la sacra Wikipedia: ''Unidad lingüística que mide el peso silábico, es decir, los segmentos
fonológicos que componen una sílaba''. Fantástico, nontendío na'.
Generalmente, muchos estudiosos confunden las moras con las sílabas. Craso error, pero perdonable y sin dolorosas consecuencias.
Un servidor, en su afán por imitar al gran Matsuo Basho, poeta nipón del siglo XVII, escribe:
Corretean las hojas por el viento,
el rocío salta de hoja en hoja:
el calor como se muestra ahora.
Y maese Basho el siguiente:
Original: Furu ike ya / Kawazu tobikomu / mizu no oto.
Traducción: Un viejo estanque / Una rana se salta: / el sonido del agua.
Como pueden observar, la diferencia de un maestro en estas lides enfrente un joven puchero de fatalidad...
Obviamente, quien no se arriesga a aprender y probar cosas nuevas, no yerra.