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lunes, 5 de marzo de 2012

Hacia la ribera


Silencio. El río empuja la tupida madreselva de las piedras,
ceñidas mansiones de los líquenes y campo marciano
de las bacterias.

Allá se impone la ley natural de la crisopeya, donde la fuerza
del más activo se arrima hacia la ribera.
Canta el barbo su canción lenta y respira cruzando la freza.
Es el pez de unos pocos ríos verdes satinados, que con ímpetu
remontan el camino y desandan sus andares al final.

Ser ingrave que acaricia sus sueños, fruto del estío
del in media res inmediato, carga de los palomares,
frágil luz de cuerno escamado, fugitivo de la galerna.

En cuanto llegan las abejas zumbando pican, y picotean
en el campo extasiado en origen de su miel roja.
Los pescadores ya no se arriman a sus cabellos ... pues es silencio.
Silencio.
Dulce silencio de la muerte.


Texto de Jordi Rodríguez Serras.
Puente romano sobre el Ibor, óleo de Carlos Serra.


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Últimamente, para mi regocijo, estoy retornando a mi temática romántica de antaño. Parece ser que los múltiples paseos, a pie o a coche, por las polvorientas calles de la natura extremeña han calado huella en mí. Otra vez.
Para quien le interese; impongo la figura del barbo (pececillo fuerte dónde los haya) que remonta con lucha la freza (corriente, en este caso de río), en catalán conocida como 'fressa', pero que al final desiste por su propio esfuerzo y es remolcado por avispones... Aún así, nada es descubierto...
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1 comentario:

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